Tiempo eterno, vida eterna 86.400 eternos y dolorosos segundos diarios. 115.200 latidos golpeando como martillos directos al esternón. El reloj en la pared se mueve marcando el compás de la grave canción del corazón. Es a cada movimiento, a cada segundo, un estrépito golpeando directamente en las sienes.
Tic, mil truenos retruenan en la cabeza, el dolor se hace insufrible, las costillas se clavan en el alma, se anuda la garganta: te falta el aire.
Toc, se bombea el ácido por las arterias, sientes el fuego extenderse por el cuerpo, corroyendote los ojos.
Tac, patea el pasado en las sienes, rememoras el tiempo mejor, el tiempo que no fue eterno.
¡Basta! ¡Tiempo, detente! El dolor es ya insufrible.
Tic, toc, tac... Es el tango del reloj y el corazón, es la danza de la muerte del alma.
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