Vencido Cabizbajo, con los ojos lagrimeantes, brindas con otra última copa a solas con tu interior. Brindas a favor del olvido y vuelves a caer derrotado por la inmensidad del conocimiento. Sales de la caverna para agonizar en el camino: las simétricas farolas iluminando; esporádicamente parpadeando o apagadas; las afiladas esquinas de manzanas cuadriculadas aguardan otro paso en falso, el camino se sucede al infinito...
Con la lúcidez alcohólica consigues comprender que ese es tu destino: un tétrico camino mal iluminado, hilado de escarpadas lanzas aguardando la carne que pronto ha de caer.
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