Soga de papel

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martes, diciembre 28, 2004
  Miedo al miedo

Hubo un tiempo en el que se presentaron circunstancias felices, sin embargo estuvo dominado por un temor al vacío futuro que dejan los acontecimientos efímeros y no eternos. Ahora, en la más absoluta miseria, tan solo puedo sentir. Sientes sin deambular en los recodos de la consciencia, diabolizando la anterior existencia, o mejor dicho, tu inexistencia. Ahora, respirando los aires fétidos, alientas los futuros vientos mejores. Pues cuando te transformas en la bestia tan solo quedan ángeles por ver.

 
martes, diciembre 21, 2004
  Infancia

Lo que más recuerdo de mis primeros años de consciencia son las tardes oscuras y frías y el olor de páginas de libros que llenaban las horas que se sucedían vacías. Sin embargo, lejos de los mundos que ambientaban los cuentos de Poe, todo a mi alrededor parecía inmóvil, parado, frío. Realmente gélido y más terrorífico que las historias macabras que se iban convertiendo en una evasión, un mundo idílico en el que guardar la esperanza. Quizás todo lo que ocurrió aquél día fuese un simple intento desesperado de cambiar ese entorno.

 
jueves, diciembre 16, 2004
  Abismos de soledad
La suave caída plumífera de la vida sobre el infinito abismo de la muerte, todo marcado por el compás del reloj.

¡Negro! ¡Rojo! ¡Púrpura!
¡Púrpura del dolor en las sienes oprimido!
¡Rojo de sangre que se clave punzante en las encías!
¡Negro del roze helar de la guadaña en las entrañas!
Rojo quemar del magma que aguarda la caída...
 
domingo, diciembre 12, 2004
  Desahogo
Las lágrimas no derramadas se cristalizan y se clavan en la retina. Los gritos acallados rebotan en eco infinito dentro de la cabeza...

Y en el momento en que las manos se ensangrientan, en el instante que liberas otra alma del dolor mortal, descansas. Gritas. Lloras. Rompes el corsé de alambres que te estruja el cuerpo, disuelves el manto negro que te oculta la verdad: percibes la realidad, te liberas.
 
miércoles, diciembre 01, 2004
  Luz y maldad
Amanece y la luz distorsiona la ciudad. Ensombreciendo aún más los callejones oscuros de gatos negros. Iluminando grotescamente la pomposidad artifical de la ciudad moribunda.

Y anochece y la ciudad se ilumina de azul. La luna desata la furia humana; el orden y la ley se vuelven efímeros. Violaciones, putas y ladrones: la ciudad muestra su verdadera cara.

Sobre el asfalto negro se derrama la sucia lluvia en su último intento de purificación. Fluctúa la gota silenciosa sobre la inmensidad de los puentes de granito. Lluvia que se funde en lágrimas de la ciudad decadente.
 
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